
PODA DE VIÑAS
- LABORES DE LA PODA
La poda no debe ser una operación rutinaria, sino buscando la manera de dar la estructura más conveniente a la cepa, denominada poda de formación (en los primeros años de vida de la planta). Además, existe otro tipo conocida como poda de producción o conservación, mediante la cual se consigue vigorizar la planta, regular la producción o incluso aumentarla.
En este sentido, las cepas más vigorosas no tienen porqué dar el mejor fruto, ni tampoco las más débiles y enfermizas. El mejor fruto será producido por cepas perfectamente sanas, con un desarrollo equilibrado. Por tanto, se trata de procurar formar cepas de esta condición, sin importar cortar más a las muy vigorosas y reforzar a aquellas que han sufrido daños o están débiles por alguna circunstancia.
Algunas recomendaciones básicas sobre cómo realizar una poda adecuada son:
- Escoger las yemas cuyos sarmientos lleven la conveniente dirección, ya que está comprobado que cuando la savia circula a velocidad normal, el fruto es de mejor calidad. En los sarmientos verticales ésta circula más rápido y en los horizontales o rastreros, más despacio.
- Tener en cuenta el número de yemas que se van a dejar sin cortar porque si se mantienen muchas, los frutos serán más pequeños. Se debe dejar un número proporcional al vigor y para que penetre bien el aire y el sol en el cultivo.
Existen diversas formas de poda, cuyo tipo ideal dependerá de las variedades existentes, así como del clima y del suelo predominantes en cada zona. Según Echeverría et al. (1979), el sistema de poda más recomendable es el tradicional que induce a la planta a producir de manera más generosa. Debe hacerse en la época fría, a partir de la quincena siguiente a la caída natural de las hojas, considerando que cuanto más temprana sea la poda, más temprana será también la brotación posterior. Podar tardíamente conlleva una serie de inconvenientes. Haba (1999) afirma que influye en aspectos como la disminución del ciclo vegetativo, una reducción de la calidad de la uva para vinificación o menor maduración. No obstante, algunos viticultores la emplean como técnica para retrasar la brotación cuando existe riesgo de heladas.
Así pues, si se eligen los recursos disponibles y se emplean las labores de cultivo de manera acertada, la producción de los viñedos puede resultar satisfactoria, con los correspondientes beneficios que eso conlleva. Para esto, es siempre recomendable que los agricultores se asesoren correctamente con el objetivo de conseguir un mejor resultado en sus cultivos vitícolas.